dimecres, 27 de juny del 2012

Habrá que buscar nuevos caminos.

Estas últiman semanas me he dedicado a cuestionarme si internet era capaz de atravesar las dos burbujas que la condenan a ser una realidad autorreferencial, que se inicia y termina en sí misma, y que la hace incapaz de trascender de la palabra a la acción. Un foro para indignados, en definitiva, donde, en lugar de hablar de Justin Bieber hablamos de Julio Anguita, por decir algo.
Sé que la comparación es grosera y que tal vez la duda ofenda. Nosotras y nosotros nos consideramos por lo menos la vanguardia de la conciencia social de este país y es sabido que internet ha sido un medio eficaz y eficiente para convocar a determinadas movilizaciones.
No pongo en duda la conciencia de las personas ni la efectividad de internet cuando realmente se han cocido convocatorias de un previo calado, pero sí su capacidad motriz y su supuesta infiltración en el tejido social.
Afirmo que en internet no nace nada que vaya significativamente más allá de internet y también que en internet conviven muchos mundos estancos que no repercuten los unos en los otros ni mucho menos en la realidad social no virtual.
La semana pasada lancé una petició -después de anunciarla la semana anterior- para que nos identificáramos físicamente como personas que nos oponíamos a la ofensiva de los poderes y a todas las consecuencias que está teniendo sobre la ciudadanía en general y en particular, y que indentificáramos también nuestras casas, nuestros coches o cualquier otro elemento que pudiera trasladar un mensaje de solidaridad, de cohesión y de firmeza en nuestras actitudes. Ni que fuera mediante una chapa, una pegatina, un póster o una discreta pancarta.
La propuesta de hace quince días tuvo muy buena acogida, tanto en mi blog como en los distintos foros altermundistas de internet. Así pues, la semana pasada creé una petición en Actuable-Charge.org, para que, quien realmente quisiera hacerlo, se comprometiera públicamente a identificarse en su indignación, a identificar su casa, o a ambas cosas a la vez.
Una semana después la petición ha sido firmada por cincuenta y nueve personas. No llegamos ni a los trescientos de las Termópilas. ¿Por qué? Se me dijo que la identificación en Actuable-Charge.org pedía muchos datos y eso echaba a la gente para atrás. Bueno, quizás sí, pero entonces ¿por qué no lo expresaban en los muros de los grupos o en los perfiles? El efecto hubiera sido el mismo, sabemos contar… No, no se entiende que una semana el mensaje sea “¡sí, identifiquémonos!” y a la siguiente sea “pero que el que se indentifique sea otro”.
Significativamente, así como el post de hace dos semanas, titulado “¿Pasamos a la acción?” tuvo muchas visitas, el de esta semana pasada, titulado “¡Pasemos a la acción!” se quedó en algo más de una cuarta parte del anterior. Quizás porque la petición ya había circulado independientemente. Me consta que se difundió en muchos grupos y perfiles, lo suficiente por menos para ser vista por millares de personas y sin embargo, sólo cincuenta y nueve respondieron a una petición tan simple como “salir del armario”, ningún acto heroico, a nadie se le pedía más que un testimonio permanente de su posicionamiento frente a eso que los neocon llaman crisis, ajustes y sacrificios necesarios.
Tenía muchas más propuestas, pero, visto lo visto, ya ¿para qué? Este no es el camino, las burbujas resisten. El dia 21 escribía: “En mi barrio hay una pancarta, la mía, una docena de banderas españolas y otro tanto de carteles de "se vende" y "en alquiler"... es como una metáfora de nuestra sociedad.” Hoy sigue igual. Hay un par de banderas más de esos que sólo se apuntan a caballo ganador.
No quiero demonizar las redes sociales. Sé que en ellas hay gente muy interesante y de muy buena voluntad, sé que pueden ser útiles para difundir, amplificar sobre todo, algunas convocatorias, sé que mediante ellas se puede acceder a otras informaciones difíciles -aunque no imposibles- de encontrar. Toda mi simpatía para estas personas y estas funciones, y mi apoyo.
Pero no nos engañemos pensando que son lo que no son: Hay un nivel de repetición de personas en los diversos grupos que, junto con un gran número de perfiles inactivos, distorsiona el número real de participantes. Igualmente es brutal el índice de reiteración de los mensajes, ya sean informaciones, lemas o chascarrillos. Ayer, en mi muro, la primera entrada era un lema más viejo que la propia red y que se va repitiendo con una periodicidad casi pautada. El egocentrismo y el autismo de algunos hacen que se produzcan verdaderos fenómenos de incontinencia y que te encuentres con casos que han convertido a facebook en el soporte ideal para escribir, en términos alternativos -eso así- y formatos variados, algo parecido a “Mi diario”. Personas que habían estado muy activas y que habían intentado -sin éxito- promover también acciones desde la red, han desparecido discretamente y supongo que deben continuar su lucha por otros caminos, otras quizás se han cansado simplemente, pero he visto desparecer muchos nombres, o reducir drásticamente su actividad.
Hay iniciativas que intentan reproducirse dentro de la propia red pero que no veo que prosperen, más bien al contrario. Se lanzó un utópico proyecto de crear un partido político ex novo, pero visito su página y parece que esté en proceso de deshaucio, ojalá me equivoque. Ahora ha aparecido otro grupo de “seguidores de Julio Anguita como referente político”-de aquí que le recordara al principio-, al que auguro un corto recorrido. Y he de decir, con todo mi respeto, que en este caso espero no equivocarme. ¿Cómo se pueden escuchar por segunda vez los cantos de sirena del personaje que mantuvo contranatura al gobierno de Aznar, de donde arrancan todos nuestros males? Y entonces decía más o menos lo mismo. O no tenemos memoria, o somos de una ingenuidad -por el simplismo de sus mensajes- y de una credulidad preocupantes. Otros venden libros.
Alguien me dirá que, localmente, sectorialmente, se están haciendo muchas cosas y que internet tiene ahí un papel fundamental. No lo dudo. Pero la fragmentación local y, sobre todo, sectorial es una de los grandes éxitos estratégicos -o casuales- del sistema sobre nuestro movimento. Ellos proyectan y actuan a nivel global, coordinadamente. Nosotros nos defendemos sectorialmente. Por ese camino, la guerra está perdida. Nuestra fuerza radica en la unidad y parece que ya hace tiempo que la hemos perdido, si es que alguna vez la tuvimos.
Cada cual se ocupa de lo suyo: “virgencita que me quede como estoy”, y los sectores labores y de usuarios y consumidores reacciónan ante medidas concretas, fracaso tras fracaso, todo sea dicho. Mientras sigamos así, nos pueden seguir aplastando impunemente hasta llevarnos a estándares de vida propios de los años cincuenta, eso sí, con tecnología del siglo XXI que nos permitirá contemplar la victoria de España en la Eurocopa -nuestro máximo anhelo-, en pantalla plana y alta definición.
No voy a abandonar la red, seguiré escribiendo mi blog mientras alguien quiera leerlo, intervendré ocasionalmente en facebook, si tengo algo interesante que aportar… pero para plantar cara a la ofensiva global de los mercados financieros tenemos que buscar nuevos caminos. No sé cuáles. Decía El Roto “menos internet y más y mejores sindicatos”. Pero tampoco parece que los sindicatos estén por la tarea de mejorar, más bien parece que se desmejoran a ojos vista… En cualquier caso, aquí sigo con mi mentalidad de tentetieso, indagando y dispuesto a explorar cualquier brecha que permita debilitar el muro y a compartirla, si llega el caso,  con quien quiera escucharme.

dimecres, 20 de juny del 2012

¡ Pasemos a la acción !

La semana pasada me preguntaba si, desde las redes sociales, éramos capaces de pasar de la palabra a la acción -una acción sostenida- y de llegar más allá de los propios grupos asíduos a las mismas y con planteamientos más o menos alternativos.
Proponía, como prueba del algodón, aparte de su valor en sí mismas, tres acciones elementales, individualmente ejecutables, pacíficas y efectivas: identificarnos como personas que luchamos por el bienestar social y la democracia y que estamos en contra de la dictadura de los mercados financieros y sus lacayos; identificar asimismo nuestras casas, nuestros coches… todo aquello que fuera capaz de dar mayor visibilidad a nuestra actitud; y, finalmente, hacernos presentes masivamente en los medios de comunicación convencionales mediante cartas a los periódicos, tweets, llamadas a la radio o a la televisión, expresendo nuestros puntos de vista acerca de los sucesos socioeconómicos de la actualidad de cada momento.
Todas las respuestas recibidas por uno u otro conducto se mostraban partidarias de estes acciones -que no excluyen ninguna otra de ningún tipo- y respondían afirmativamente a la cuestión planteda: “¡Pasemos a la acción!”.
Pues bien, pasemos a la acción, paso a paso. No se trata de ir muy deprisa y quedarnos solos, sino de avanzar firmemente un paso tras otro, implicando en cada uno de ellos al mayor número posible de personas, de dentro y -con especial empeño- de fuera de las redes sociales y los grupos altermundistas. Esto nos atañe a todas y a todos y hemos de movilizar a la mayoría social. Un leve movimiento del conjunto de la sociedad es más efectivo y puede hacer tambalear más el tinglado ultraliberal que una feroz andanada de un grupo aislado.
Se ha creado un una petición en Actuable (ahora Charge.org), con el título de ¡Identífiquémonos! ¡Identifiquemos nuestra casa! a la que se puede acceder desde el siguiente enlace
http://www.change.org/es/peticiones/ciudadan%C3%ADa-del-estado-espa%C3%B1ol-y-del-mundo-que-nos-identifiquemos-permanentemente-en-nuestra-actitud-de-rebeli%C3%B3n?share_id=VENSxzpsll  , para que nos comprometamos todas y todos, unos con otros, a identificarnos en nuestra rebelión contra las medidas que nos imponen los mercados financieros y los gobiernos a su servicio, y sus consecuencias, para identificarnos en todo aquello que tenemos en común, independientemente de la intrínseca diversidad que, más allá de esto, caracteriza y enriquece nuestra conciencia social. Por eso, también, y para facilitarlo y extenderlo al máximo, no se propone que nos identifiquemos mediante ningún lema en concreto -y con esto respondo también a algunos comentarios al post anterior-: cualquier chapa, pegatina, pulsera, camiseta u otra prenda… que nos permita pensar “mira, otra persona que está como yo contra este sistema” vale. Lo importante es saber que no estamos solos, que somos una multitud, y demostrarlo públicamente, para reconocernos, para darnos fuerza mútuamente, para establecer complicidades…
Como sabéis, en Sociedad Indignada, editamos unas chapas indisolublemente unidas a unos manifiestos, que habéis podido ver en este mismo blog, y que con gusto os pasamos si queréis.
La petición contempla también una segunda parte, Identifiquemos nuestra casa (y quien dice casa dice lo que sea), para hacernos visibles también de forma permanente en nuestros pueblos, nuestros barrios, nuestras ciudades, para animar a nuestros vecinos a que sigan el ejemplo, a que hagan algo por ellos mismos. ¿Cómo? Como queráis, mediante pancartas -yo tengo una pancarta en mi balcón, ved la foto del final-, carteles… neones…! La imaginación da para mucho y esto todavía no nos lo han recortado…, y adhesivos para los coches o placas para vuestras mascotas… Estoy seguro de que pueden aparecer ideas geniales,  como geniales son muchos de los centenares de lemas que circulan por la red.
Ahora no se trata de que perdamos tiempo consensuando formas, lemas, símbolos, soportes… con que sean visibles y de mensaje inequívoco, cumplen con su función (incluso el título es más que discutible pero no se me ha ocurrido otro que sea más expresivo). Lo importante, ahora, es dejar de hablar y hacerlo. Entrad en el enlace de Actuable, firmad y sed consecuentes con vuestro compromiso y haced -hagamos- todo lo que esté en nuestras manos y más para que esto llegue lo más lejos -socialmente lejos-, posible, sin forzar las cosas, debemos asegurar y asegurarnos que cada compromiso se va a traducir en una acción permanente de autoidentificación.
Encartelemos nuestras poblaciones, que lo vea todo el mundo. Basta ya de silencio o de hacernos oir sólo en la red o en las manifestaciones. Si tienes oportunidad de hacerlo, si realmente te puedes comprometer con ello, hazlo y consigue que lo haga además tanta gente como puedas, y que se comprometan, de verdad. Acabemos con esa pulcra fachada que encubre una sociedad que se está pudriendo.
Actuable-Charge.org, cuando entréis a firmar, os va a pedir vuestros datos, no sólo el nombre y el correo electrónico como habitual, sino también la dirección postal. Tranquilos, no dejemos de firmar por eso, no hay, o yo no he sabido encontrar, otra plataforma para que la ciudadanía se comprometa consigo misma. Avaaz, por ejemplo, sólo admite peticiones dirigidas a cargos o instituciones reales, parece que la ciudadanía no lo es. Vuestros datos no aparecen publicados, sólo los veis vosotros y vosotras mismas cuando vais a firmar otra petición. Y, por otra parte ¿quién no tiene más de una dirección para que no le molesten? La casita en la playa, la de ese pariente tan simpático con el que pasamos la Navidad, la oficina del INEM, la casita en Canadá…
Finalmente, si queréis, vamos a coordinar nuestras intervenciones en los medios, vamos, por lo menos a saber qué estamos haciendo cuando se publica algo… vamos a apoyarnos y coordinarnos para ser más eficaces. Todo aquel o aquella que quiera contribuir a esta acción sostenida y quiera coordinarse con nosotros -cada cual con sus ideas, por supuesto- dentro de un marco común, para intervenir sistemáticamente en los medios, que se ponga en contacto con Isabel Saez Altet (http://www.facebook.com/isabel.s.altet) , en facebook, que está creando un blog para que podamos a este efecto.
Basta de palabras por hoy, pasemos a la acción, hay muchísimas más ideas y cosas que hacer para implicar a más y más gente para traducir el cabreo colectivo en una manifestación permanente y sostenible, pero empecemos por comprobar si realmente somos capaces de poner en marcha estas sencillas acciones y, con ellas, podemos empezar a otear un rayo de luz en medio de esta profunda oscuridad en que nos han sumido y decir como Galileo
¡Eppur si muove!

dimecres, 13 de juny del 2012

¿Pasamos a la acción?

Hace quince días me preguntaba en estas mismas páginas si vale la pena seguir escribiendo cuando lo que uno escribe se difunde siempre en un mismo y limitado círculo y tiene escasa o nula capacidad para promover ninguna acción.
A raíz de este cuestionamiento se produjeron, a modo de feedback, algunos debates y comentarios que venían a reafirmar el valor de la palabra. En ellos manifesté mi impresión de que las palabras -mis palabras, nuestras palabras- quedaban presas dentro de dos burbujas independientes. Por una parte un universo limitado de personas, previamente indignadas -por decirlo así- y usuarias de las redes sociales, singularmente de facebook, y habitualmente enroladas en grupos más o menos alternativos. Por otra parte la propia naturaleza de las palabras, de los discursos, su incapacidad para promover o tranformarse en ningún caso en acciones.
Si fuese así, nos hallaríamos viviendo aun sin saberlo en una realidad alienante y con nuestras conciencias satisfechas. Por tomar una parábola conocida, estaríamos viviendo en Matrix sin necesidad de tomar ninguna de las dos pastillas y además convencidos de que militábamos en la resistencia.
Yo no escribo para darme gusto ni para desahogarme, sino para intentar contribuir con mis medios a la rebelión social contra la insoportable situación que nos ha sido impuesta por los mercados financieros que manejan el capital propio y ajeno. Si puedo ser más útil en otro frente y cabe dentro de mis posibilidades, allí estaré.
Yo creo que sí se pueden cambiar las cosas, que nada está escrito, pero que, para ello, es necesario que cada cual asuma un mínimo compromiso de querer hacerlo.  Como se ha dicho repetidas veces ¿dónde están los cinco millones de parados? Si esos cinco millones de parados -y otras muchas personas que nos añadiríamos con gusto- salieran a la vez a la calle y coordinaran sus acciones, no habría gobierno político ni económico que lo puediera soportar…
Antes de arrojar la toalla, me comprometí conmigo mismo y con mis contertulios y contertulias, a proponer una serie de acciones individuales, muy sencillas, para ver si realmente existía alguna posibilidad, como se decía en un comentario, de “rasgar las burbujas”. Las planteo sin más dilación.
1.- Identifiquémonos. La gente del grupo Sociedad Indignada editamos una chapa que vale para todo el mundo y redactamos un manifiesto igualmente muy amplio para darle contenido [ved en este mismo blog “La manifestación permanente”]. Las matrices de estos materiales se distribuyeron a numerosos grupos alternativos para que las pudieran usar, si querían, junto con el ofrecimiento de nuestra colaboración.  Y si no son ésas, otras, da igual, o pegatinas, o… Se pueden llevar en la ropa o en los bolsos, las carteras, las carpetas, las mochillas… hasta allí donde llegue la imaginación. Constituyen un primer compromiso -ínfimo pero valiosísimo- para con uno mismo y para con los demás, es una forma elemental de decir “yo también estoy en contra de esta situación”, y es una medida de una fuerza extraordinaria para crear sentimiento de comunidad: “No estás sola, no estás solo, mira, yo también pienso como tú”. ¿Por qué la propia comunidad indignada, tan colorista en las manifestaciones, después, en el día a día, cuando hace más falta el ánimo, se las quitan? Identifiquémonos, antes que nada, identifiquémonos.
2.- Identifiquemos nuestras casas, nuestros coches, nuestras bicicletas… ¿Somos capaces de colgar banderas y pancartas en nuestros balcones y ventanas por cualquier acontecimiento deportivo, festivo o reivindicación puntual y no para manifestar nuesro malestar porque nos estén arrebatando la vida? Hay lemas a porrillo [ved una recopilación, en este mismo blog, en “¡Que hablen nuestras calles!”, hay muchos más]. Démonos también la satisfacción de ver que no estamos solos, interpelemos con nuestros lemas a nuestro vecidario, desplacémoslos con nosotros en nuestros vehículos. Habéis visto en muchas ocasiones florecer un bosque de pancartas en un barrio, o en un país entero -recuerdo Euskadi- . ¿Os imagináis lo que esto supondría si se extendiera en toda España? No estoy pidiendo que andemos por la calle con la máscara de Guy Fawkes, ni que colguemos en nuestros balcones la imagen ensangrentada de un banquero, estoy pidiendo algo infinitamente más fácil, prudente y absolutamente legal ¿Qué maldita alienación nos impide hacerlo?
3.- Inundemos los medios con nuestros escritos y acciones. Sólo escribimos en internet, pero la opinión social mayoritaria se forma en gran parte en los medios de comunicación de masas. Participemos en ellos tanto como podamos. Escribamos cartas al director de los periódicos, no una, montones, y comentarios a las noticias y mandemos tweets, convirtámonos en una plaga, sólo requiere un poco de nuestro tiempo. La semana pasada nació, con espíritu interactivo, el Huffington Post en español… Pero, sobre todo, hay programas de radio y televisión de gran audiencia que admiten la participación en directo, pues bien, participemos, que se nos escuche machaconamente, si llamamos mil quizás pasen diez, pero éstos estarán creando opinión y eso es decisivo. Benditas sean las personas que en la radio o en la televisión han emocionado a la audiencia con sus casos porque han hecho más por la causa común que cuatro conferencias juntas.
No quiero extenderme para no dispersar, pero hay montones de formas individuales más de pasar a la acción, sin salirse del marco de lo pacífico y de lo legal: tomad el manifiesto, u otro manifiesto, y extendedlo por todos los medios, mandadlo por correo, dejadlo en los buzones, pegadlo en todas partes; si militáis en un sindicato o en un partido político luchad a brazo partido para que radicalice sus políticas, para que se desapoltrone, para que una a otras organizaciones a esta lucha, que es colectiva… Nuestras ciudades, nuestros barrios y nuestros pueblos están vacíos: si sabes pintar, pinta las paredes, con arte y con criterio, si sabes actuar, organízate con otros colegas y actuad en la calle y en los foros públicos, en las universidades, en los centros cívicos…, si sabes cantar júntate con otros músicos y llenad la calle de himnos revolucionarios, de cantos a la dignidad humana…, si eres universitario, conviértete en lo que debes ser, la avanzadilla de la conciencia crítica de la sociedad y actúa en consecuencia… No he acabado, pero creo que se me entiende perfectamente.
Y si no quieres hacer nada de todo esto, no te quejes y trágate todos los sapos que te van a embutir hasta el fin de tus días y de los días de tus hijos.
No sé como comprobar si estas propuestas, hechas con la palabra y en internet, consiguen rasgar las burbujas a las que me refería. No se si deberíamos pedir un compromiso individual formal en actuable, por ejemplo: “yo me comprometo a manifestar cotidianamente mi indignación por todos los medios a mi alcance” y firmarlo. Os pido vuestras ideas.
Os pido también que, si estáis de acuerdo con la necesidad de actuar tal y como la expongo -sin excluir ninguna otra forma, por supuesto-, difundáis este llamamiento tanto y tan lejos como os sea posible. Tomadlo, copiadlo, quitad mi nombre si queréis. Somos legión, mi voz es una más que sale de la multitud, lo que importa es lo que dice, no quien lo dice y comprobar si el poder de la palabra es capaz de provocar tan siquiera un gesto. De nosotros depende, no sólo de mí, de todas y de todos vosotros.

dimecres, 6 de juny del 2012

El triste papel de la universidad

La semana pasada planteé mis serias dudas sobre la capacidad de la palabra para combatir en esta sórdida guerra en que estamos inmersos contra los intereses insaciables de los poderes fácticos.
Me comprometí a replantear el tema en positivo, a lanzar, no sólo reflexiones sino propuestas concretas, diversificadas y asumibles para la acción individual -o colectiva, si se quiere- que pudiesen llegar a los segmentos de población más amplios posibles. Ya lo hice una vez, pero mucho más concreto aún y con un verdadero afán de difusión.
Se tratataba, en parte, de comprobar si la palabra, de una u otra forma, era capaz de llegar más allá de sí misma -con la ayuda de todas y todos-, o simplemente rebotaba en un muro de indiferencia y lamentaciones.
Lo tengo escrito, pero no voy a publicarlo hoy porque mañana operan a mi hija y no podría seguir el debate que espero que podamos mantener a propósito de mis propuestas.
Mi hija será operada en un hospital público, como debe ser. A pesar de que ha tenido que soportar una larga lista de espera, con periodos realmente difíciles de dolores incapacitantes, no tengo queja de los trabajadores del sector. Han sido amables y eficientes, han optimizado sus escasos medios.
Pienso que en general, todas las personas que trabajamos en los servicios públicos, especialmente en los puestos más sensibles y estratégicos, estamos haciendo un esfuerzo extraordinario para que los brutales recortes repercutan lo menos posible en la población, para que no paguen justos por pecadores.
En la universidad, que es el ámbito que yo conozco de primera mano, sucede lo mismo, y estoy seguro que se debe dar -con las inevitables excepciones-, en los otros niveles educativos, los servicios sociales, etc.
En la universidad trabajamos más horas de las que tiene el día, laborables y festivos, para no perder ni un ápice de los niveles alcanzados, suplimos las bajas redoblando nuestros esfuerzos, nos tragamos la indignación de los recortes de sueldo y de presupuestos y nos sometemos a las pruebas más duras aumentando la autoexigencia. Nuestros estudiantes lo saben, lo agradecen y no nos dejarán mentir.
Por este lado lo van a tener difícil para acabar con la universidad pública o desprestigiarla, como intuyo que lo van a tener difícil con la sandidad. Tendrán que usar munición de mayor calibre. Y sin duda lo harán.
Hasta aquí todo bien, “El Alamo no se rinde”, pero el asunto es más complejo. Esta semana pasada, en una asamblea de profesores, un compañero decía: “hay muchas maneras de luchar, yo lucho cada día por mantener la calidad de la universidad pública porque creo en ella.” Está bien, yo también lo hago, pero no es suficiente. Van a seguir cargando contra nosotros, dentro y fuera de la universidad y, resistiendo en nuestras trincheras  no vamos a parar la avalancha. Hay que luchar también, no sólo resistir; sino, a fuerza de sacrificios, vamos a acabar convirtiéndonos en colaboracionistas.
Los estudiantes de antropología de la Universidad de Barcelona están  en huelga indefinida. Ciertamente no es el momento más oportuno para ponerse en huelga, a pocas semanas de fin de curso y con las úñtimas evaluaciones encima. Pero bueno, ha surgido así, a raíz del decretazo de Wert (con las subidas de matrículas, la desaparición de las segundas convocatorias…), en un contexto donde se encuentran una cierta inmadurez política del alumnadao y una esclerosis igualmente política del sistema universitario.
En la asamblea de profersores de antropología de la Universidad de Barcelona se aprobaron tres puntos:
1.       Apoyar explícitamente las reivindicaciones de los estudiantes en huelga.
2.       Recomendar al profesorado que imparte clases en el grado, en el máster y en el doctoraldo de antropología que velaran para que la evaluación de los y las huelguistas no se viera afectada por el ejercicio del legítimo derecho a la huelga.
3.       Instar a la comunidad universitaria en general a recuperar, a partir de septiembre, el papel reflexivo, crítico y de vanguardia social que la corresponde frente a la situación que vivimos.
Este tercer punto me parece con mucho el más importante. Los dos primeros son puntuales, con una fecha próxima de caducidad (por lo menos en lo que respecta a la huelga). El tercero apunta a una inflexión, a un cambio de rumbo en la institución universitaria para recuperar el protagonismo que le corresponde.
Para que esto suceda, sin embargo, tienen que producirse dos transformaciones colectivas importantes. Los estudiantes, que pertenecen en general a una generación que ha vivido siempre en democracia y en un contexto de creciente bienestar, pueden y deben comprender el profundo cambio en la coyuntura histórica, y el papel, en el frente de la rebelión, que están llamados a desempeñar por su edad y su formación, no sólo en relación con los asuntos que les afectan específicamente como estudiantes, sino respecto al conjunto de una sociedad que es la suya, donde van a vivir su presente y su futuro y de la que, por tanto, no se pueden desentender.
Los profesores, que nos formamos muy mayoritariamente en la lucha contra la dictadura, por mucha pereza que nos dé, por mucho que nos hayamos apalancado, debemos volver a luchar con nuestros medios, mano a mano con nuestros estudiantes.
Y debemos hacerlo, además, sin intentar imponer nuestros hábitos y estrategias valiéndonos de una posición hegemónica. Me preocupa mucho la actitud de compañeros y compañeras, profesores izquierdistas, que no comprenden que los tiempos y las formas de lucha han cambiado y se muestran intolerantes, por ejemplo, con las ocupaciones ¿Qué pretenden? ¿Qué creen formaciones marxistas-leninistas y se organicen en células? ¿Qué vehiculen sus reivindicaciones a través de los sindicatos y los partidos existentes?... El Felipe y Bandera Roja ya no existen, ni siquiera el Sindicato Democrático de Estudiantes. Todo eso pertenece a la historia y ahora no se trata de revivivirla, sino de hacer historia, con odres nuevos, en otras condiciones, con otros instrumentos.
Un antiguo compañero mío es ahora rector de una universidad pública en la que habíamos trabajado juntos muchos años. Durante estos días algunos estudiantes han ocupado el claustro de su rectorado, hasta que, con inusitada diligencia, mi compañero, el rector, ha autorizado la entrada nocturna de los mossos de esquadra para desalojarlos.
Todos los que sean o hayan sido universitarios pueden entender la gravedad de este hecho. Para los miembros de la comunidad universitaria, el recinto de la universidad es como un santuario, donde la policía no puede entrar sin permiso del rector -o de los decanos en el caso de las facultades-, a menos de que no tenga constancia de que se está cometiendo un flagrante delito.
Dentro del recinto universitario, la libertad  es literalmente sagrada y cada cual puede expresarse con sus palabras, sus acciones o como juzgue oportuno… siempre que no cause nigún daño o conculque la libertad de otro. Y los conflictos, si existen, se resuelven mediante el diálogo y el debate, con frecuencia encendido, pero libre, y con total respeto a la libertad de los demás. Pretender que un grupo de estudiantes acampados, sin más, coarte la libertad del resto de la comunidad universitaria, es un argumento infantil… o demagógico.
Una antigua alumna de esta misma universidad lo explicaba mejor de lo que yo podría hacerlo al decir que el rector había permitido que se expulsara a los estudiantes de la que ellas y ellos consideran con toda la razón su casa. Y se preguntaba si, en el largo proceso para acceder al rectorado, su antiguo profesor no había ido perdiendo sus ideales para abrazar la lógica del poder.
En una época en que nos efrentamos a enemigos tan poderos no podemos permitirnos tibiezas ni responsabilidades corporativas malentendidas y la universidad tiene que ser, más quizás que en cualquier otro momento, el templo de la libertad, el crisol de la crítica y las alternativas, el baluarte de los derechos cívicos… antes de que las fuerzas oscuras la conviertan definitivamente en un títere del sistema.
Nos vemos la semana que viene.