dimecres, 30 de maig del 2012

¿Vale la pena?

Sin duda alguna la noticia más destacada de la semana es el rescate de Bankia por parte del Estado. Pelillos a la mar. ¿Es un rescate? ¿Es el Estado?... Las palabras siempre importan, pero, en este caso, los hechos son tan graves que no me voy a entretener en ellas.
Bankia es la institución financiera del PP por excelencia, en su núcleo duro están dos de sus entidades más especulativas y comprometidas con operaciones inmobiliarias y eventos delirantes, CajaMadrid y Bancaja. Bankia ha estado en manos de los dirigentes autonómicos del PP y en ella se refugian, según dicen, muchos de sus antiguos altos cargos. Cuando se produjo la fusión, Bankia pasó a ser dirigida por el megaministro de economía de Aznar y prófugo expresidente del FMI, Rodrigo Rato.
Ahora, el Estado tiene que invertir 20.000 millones de euros -mil millones arriba, mil millones abajo ¿qué más da?- para rescatar a Bankia. Esto, como se ha venido diciendo, es tanto como lo que se ha recortado en sanidad y educación en toda España y equivale a que todos los españoles, todos, desde los recién nacidos a los más ancianos, los enfermos terminales, los homeless, los parados, los presos, los pensionistas… incluso los ricos, aportemos, en la práctica, algo más de quinientos euros por cabeza para llevar a cabo la operación. No, no se preocupe, no se los vendrán a pedir, los tomarán directamente de sus impuestos o de las prestaciones a las que usted tiene derecho.
Eso ha provocado que Standar&Poor rebajará la calificación de la mayoría de los bancos españoles a la categoría de bono basura y que la prima de riesgo aumentara por encima de los quinientos puntos. Que dices “bueno ¿y qué?”. Nada, si no fuera porque el gobierno y los bancos van a tener que seguir pidiendo dinero prestado, entre otras cosas para salvar a Bankia, y tendrán que ofrecer un mayor interés para que alguien les compre la deuda. Por cada punto de interés se calcula que el Estado paga de más a los especuladores financieros unos 12.000 millones de euros, que, por supuesto, van a repercutir negativamente sobre nuestra ya menguada calidad de vida.  O no, tal vez se los prestará el BCE, pero entonces las condiciones serán de hecho las mismas que en una situación de “intervención” del directorio europeo, y ya mos podemos atar los machos porque lo que hemos vivido hasta ahora nos va a parecer de risa.
Además, informa el N.Y. Times que, en el último año, han salido de España hacia la banca extranjera  41.000 millones de euros en depósitos bancarios, y que se cierne sobre nosotros un peligro inminente de corralito.
¿Quién va a responder por todo esto? Nadie, por supuesto. Se ha dado prisa en aclararlo el nuevo presidente de la entidad -Bankia-, que, como primera provisión, se ha asignado un sueldo vitalicio multimillonario. Según él, y según el gobierno, nadie de la antigua cúpula de la entidad que salió a bolsa a bombo y platillo como abanderada de la fortaleza de la banca española, tiene que responder ante nadie ni van a perder sus escandalosas jubilaciones. Son… cosas que pasan, si hay que buscar culpables más bien serían Zapatero y Fernández Ordóñez, que dejaron que las cosas llegaran hasta aquí. Pero, vamos, no van a insistir tampoco por este lado.
También ha remarcado el nuevo presidente otro punto significativo: no hay que devolver nada de los 20.000 millones que ponga el gobierno, porque de hecho son una inyección de capital. Con lo que, de facto, Bankia se convierte en una entidad pública. Hasta que se sanee y se devuelva a manos privadas, por supuesto, para que puedan continar con sus negocios, pero ahora sin riesgo, oiga, ¡que todos nos podemos equivocar!
¿Y qué pasaría si se dejara caer a Bankia? ¿si se aseguraran tan sólo los depósitos hasta 100.000 euros, y el resto que cada cual asumiera sus pérdidas? Eso no lo explican con tanta claridad. Por supuesto, según ellos, se produciría algo así como el Armaggedon, pero no especifican ni por qué ni cómo. En los Estados Unidos de América, peligroso país comunista como todo el mundo sabe, se dejo caer por lo menos un banco que yo recuerde y no paso absolutamente nada. Pero aquí sí, parece que la amenaza sería muy grave. Debe ser que los ricos también lloran.
Con ser tan grave, el asunto de Bankia no es lo único que ha pasado estos días, pero yo creo que ya no tenemos suficiente capacidad para procesar la realidad. Fíjense:
El presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Carlos Dívar, que se gastaba el dinero público en lujosas vacaciones en Marbella, dice que ni va a dimitir ni va a dar explicaciones a la prensa. IU pide que comparezca en el parlamento y el PP anuncia que vetará la comparecencia. Cinco mienbros del CJPG han votado a favor de la dimisión de Dívar, ¡pero siete a favor de la dimisión del vocal que destapó el asunto!
Rubalcaba se reúne con Rajoy con ánimo “de llegar a acuerdos”. Izquierda Unida les acusa de quere salvar a los bancos, pero a la vez se mantiene fuera del gobierno del PSOE en Asturias para no tener que mojarse y plantar cara desde dentro, que es muy sucio y el carbón va fatal. Eso sí, Rubalcaba aprieta a fondo para que la Iglesia pague el Impuesto de los Bienes Inmuebles ¿albricias? No, sólo de aquellos que no se destinan al culto, no vayan a molestarse sus eminencias.
Por cierto que, mientras el obispo de Alcalá de Henares alerta sobre la revolución contra la familia natural y un foro ultraconservador llama al regreso de la mujer al hogar, en el Vaticano, en una especie de Wikileaks apostólico, el mayordomo de Ratzinger es detenido con una maleta llena de documentos que atestiguan casos de prevaricación y “mala gestión”.
Como en el PP, donde Ricardo Costa y el Secretario de Turismo de la Comunidad Valenciana vuelven a estar imputados y donde el Tribunal de Justicia de Madrid ha tumbado la reconversión exprés de los terrenos de Alcorcón para instalar el complejo de Eurolasvegas. Esperanza Aguirre no se arredra, no sólo tiene ya otros terrenos en la recámara, sino que le da tiempo de echar gasolina en una final de la Copa del Rey en la que las aficiones vasca y catalana, ejemplares en todo momento, se acordaron de su madre y ejercerieron sus derechos pasando de ella, que hasta les había puesto una manifestación neonazi para amenizar la cosa, bajo el lema de “Madrid será la cuna del fascismo”. Tal como están las cosas…
Por cierto, si Madrid obtiene al fin la nominación olímplica para el 2020 y se instala en sus alredores la faraónica ciudad del juego ¿quién cargará después con las garantizadas pérdidas multimillonarias? ¿Haremos otro rescate?
Continuar con los desmanes del gobierno y de los representantes del capitalismo financero sería el nunca acabar ¡en una sola semana! Podríamos hablar de Wert, Floriano, Lagarde… y tantos más, personajes prepotentes y desprovistos de cualquier otro valor que no sean aquellos que les ha inculcado el cargo que desempeñan y para quien lo desempeñan. Pero ¿para qué vamos a seguir? Todo es lo mismo, episodios de una misma historia de la masacre de la minoría de los ricos y los poderosos del mundo y de sus sirvientes sobre el resto de la población.
Ante eso uno se pregunta: ¿vale la pena hacer algo? Por lo menos algo tan pacífico y civilizado como escribir…
Vengo escribiendo en este blog cada semana desde el pasado otoño, siempre con la misma intención de contribuir, con la reflexión y con ideas, sugerencias y peticiones, a que el innombrable ultraje que están inflijiendo en nuestras vidas dé paso a la manifestación del malestar, de la indignación, del cabreo… a acciones colectivas, a estrategias políticas… y no he conseguido nada. Claro que sólo es un blog, además de alguna intervención en facebook y alguna acción colectiva que ha resultado ser apenas testimonial, pero también es mucho tiempo y esfuerzo invertido no sé muy bien a fin de qué. Los artículos del blog tienen un promedio de trescientos lectores y lectoras, personas, pienso, que básicamente ya saben lo que explico y lo comparten. Más allá de esta modestísima influencia, está el desierto.
He intentado promover una especie de manifestación permanente, hacer que nuestro cabreo se viera no sólo en las manifestaciones, sino en el día a día, que lo pregonaramos a los cuatro vientos, aunque fuera simplemente luciendo una camiseta o una chapa, llevando a cabo alguna acción coordinada… nada. He pedido que hablaran nuestras paredes, que todos esos lemas ingeniosos y contundentes que corren por internet salieran a la calle y llenaran nuestras ciudades no sólo los días de manifestación… nada. He pedido, por activa y por pasiva, unidad y organización, del propio movimiento del 15 M, por llamarlo así, y de éste con los sindicatos y los partidos de izquierda, sino con sus cúpulas, por lo menos con sus bases… nada. He rogado que se reunieran los mandarines de todos los movimientos, sindicatos y partidos opuestos a la dictadura del capital financiero para pactar unos mínimos consensuables… nada.
Y al final, ya, me pregunto si, aparte de mis amigos y amigas físicos y virtuales, alguien me escucha, y si no debo hacer como otros nombres (que los seguidores de facebook tenemos en la cabeza) y desaparecer, no sé si para luchar en otros frentes o para crearme un mundo personal lo más distante posible de la realidad social, porque vas mirando y escuchando una y otra vez, fuera de los circuitos virtuales, a tu alrededor y no puedes dejar de cuestionarte… ¿vale la pena?... ¿vale la pena?

dimecres, 23 de maig del 2012

¿Y si nos pusiéramos de acuerdo de una maldita vez?

Hablo en mi nombre. Quiero hacer una propuesta formal sobre el papel inmediato de los distintos agentes políticos que se oponen al actual statu quo de la economía, la sociedad y la política española, y piensan que ya no podemos seguir así por más tiempo.
Como era previsible, el Partido Popular no sólo no ha aportado ninguna solución a la situación de profunda depresión en que nos encontramos, sino que su seguidismo suicida de la política de austeridad extrema de Angela Merkel y el BCE le ha llevado a efectuar verdaderas amputaciones en el estado social del bienestar y, de paso, a implantar políticas social e ideológicamente regresivas y formas autoritarias que amenazan la ya anteriormente menguada calidad democrática de nuestro país. En Cataluña, bajo el amparo narcotizante de los agravios nacionalistas, ha contado en realidad con un magnífico aliado y punta de lanza para las medidas económicas más impopulares en la coalición derechista de Convergència i Unió.
Ante la continua agresión que suponen las normativas y medidas de todo tipo que van deteriorando la calidad de vida individual y colectiva de los estamentos populares, se impone una respuesta coordinada y contundente.
Está respuesta debería tomar la forma de un compromiso y un pacto de mínimos entre todas las fuerzas que luchan contra la dictadura internacional de los mercados financieros y las grandes fortunas.
Incluyo en ese bloque tanto al conjunto de movimientos sociales de base que conocemos con el nombre de 15 M -dentro de los cuales me ubico-, como los sindicatos de clase y los partidos que se autodenominan de izquierdas.

COMPROMISOS:
Los compromisos que deben asumir cada una de estas formaciones son distintos, como distinta es su naturaleza:
-El Movimiento del 15 M debería priorizar la recuperación de las políticas sociales fundamentales  -que expongo después- por encima de muchas otras aspiraciones que forman lo que podríamos llamar una cultura altermundista, a la que, sin embargo, en ningún caso debe renunciar en una perspectiva de mejora progresiva de las condiciones de vida de la humanidad. También debería, sin renunciar a sus principios fundacionales, organizarse de una forma efectiva para tener capacidad de interlocución y poder así optimizar la fuerza de sus posiciones y sus acciones. El 15 M no puede conformarse con ser un estado de ánimo difuso.
-Los sindicatos de clase y los partidos de izquierda deberían, en primer lugar, radicalizar su discurso en defensa de los derechos y prestaciones básicas y hacerlo llegar a la población, más allá de las mesas de negociación y de los escaños parlamentarios. Deberían garantizar una total transparencia y democracia interna y desterrar cualquier atisbo de prácticas basadas en la endogamia, el clientelismo, el apego al cargo y el tacticismo, empezando, si es necesario, por un relevo creíble en las cúpulas dirigentes. Deberían desarrollar también un claro acercamiento al movimiento del 15 M, reconociéndolo como vanguardia del malestar social y llevando a cabo a la vez un sincero esfuerzo para la reconciliación de la ciudadanía con la política y el sindicalismo, empezando por el reconocimiento de los errores pasados y presentes, y por una renuncia a cualquier tipo de prebenda económica o social asimilada al cargo, asumiendo, como se ha propuesto diversas veces, las mismas condiciones salariales y laborales en general que el resto de los funcionarios y servidores públicos. Todo ello, además, debería hacerse patente también  mediante formas de comunicación claras y eficientes, que llegaran realmente al conjunto de la población.

PACTOS:
A partir de estos compromisos y del encuentro y coordinación que deberían propiciar, se deberían abordar decididamente los siguientes aspectos clave:
1-Una justicia redistributiva. No se puede producir ningún avance significativo mientras no se implante una fiscalidad equitativa que haga que quien más tiene más contribuya al sostenimiento del erario público. Hay que corregir completamente, por tanto,  el sistema impositivo e instaurar una lucha contra el fraude fiscal,  decidida, ágil y ejecutiva en todos los casos. Esto puede dar lugar a una cierta fuga de capitales, que debe perseguirse mediante leyes y agentes, pero que, llegados a estas alturas y si además se implantan medidas de crecimiento, no impedirá en cualquier caso un balance positivo y un alivio de las clases populares.
2-Una política decidida de empleo, dirigida muy especialmente a los jóvenes, los parados de larga duración y a la innovación, combinada con una política de formación realista. Esta política debería basarse en políticas públicas moderadas de crecimiento, aprovechando un cierto cambio de rumbo en la política de austeridad -Obama, Hollande- y tal vez en un gravamen finalista a las grandes fortunas.
3-Una política de manutención o acceso a una vivienda digna, fomentando la dación en pago, el alquiler social y la recuperación y fomento de la figura del alquiler indefinido -incluso del alquiler con derecho a compra-. El enorme parque de viviendas en venta y desocupadas lo facilita.
4-Una política de recuperación de los servicios básicos del estado del bienestar. Recuperación y promoción -e infranqueables líneas rojas- de una sanidad y una educación -a todos los niveles-, universal, gratuïta y de calidad, con la consiguiente promoción del extraordinario potencial humano que estamos perdiendo. Y también la garantía de unas condiciones de vida absolutamente dignas para jubilados y dependientes.
5-Una política de regulación de la administración pública orientada a la austeridad y la transparencia, no sólo para detectar cualquier atisbo de corrupción, sino también para reconducir y reaprovechar todo el derroche realizado, evitar que se reproduzca, y diseñar una administración ágil y eficiente, eliminando todos aquellos cargos y organismos que no representen una contribución fehaciente a la mejora de la democracia y el bienestar común.

Son cinco grandes aspectos; fiscalidad, empleo, vivienda, servicios públicos y administración. Mejorarlos es posible y, mejorando estos aspectos, las condiciones de vida del conjunto de la población pueden cambiar radicalmente, el sol puede salir de nuevo en nuestro país. Para algunos será suficiente, otros seguiremos pidiendo más porque pensamos que otro mundo mucho mejor es posible, pero si no nos centramos en lo básico y vamos a una, no conseguiremos nada, absolutamente nada.
Evidentemente, estas políticas no se pueden desarrollar sin tener el poder y en estos momentos el poder está en manos de la derecha más cerril que se ha conocido desde el franquismo. Aunque lo quieran desmentir con sus palabras, sus actos se empeñan en demostralo, día a día.
Por tanto, hay que conquistar en primer lugar a la opinión pública, hacer que las soluciones se expongan al unísono por todas partes. Ocupemos el espacio, todos los espacios y hablemos claro y rotundamente, sin florituras, sobre lo que es esencial y con el mismo discurso. Que el malestar sea general, que la oposición a esta gobernación se generalice y se exprese públicamente. Que cunda la no violencia activa, la insumisión, la desobediencia civil… porque así no podemos vivir. Nos morimos, más rápida o más lentamente, pero de un modo literal y sin remedio.
Esta es mi opinión. Podemos poner todo tipo de pegas: “que así no…”, “que sin esto de ninguna manera…”, “que no nos representan…”, “que cada cual habla por sí mismo…”, “que no nos confundan con los radicales… o que no nos confundan con los socialdemócratas…”… y así mil más, por parte de todas las partes.
Bien, quien piense que la situación no es tan crítica, que, con el tiempo, provocaremos un levantamiento popular que arrasará con todo, o que, con esperar al desgaste del gobierno y ganar las elecciones, se arregla la situación, que vaya a explicarlo a las colas del INEM, a los que han perdido la casa o viven en ella por la caridad del banco, a los que afrontan el día a día sin esperanza, a los jóvenes que preguntan perplejos por su futuro, a los enfermos que están esperando angustiados por una operación grave, a los universitarios que se van viendo expulsados de un sistema que cada vez les pide más y les ofrece menos, a los dependientes que tienen que valerse como pueden, a los inmigrantes estigmatizados, a los jubilados empobrecidos después de dejar la vida por construir el país y soportando en ocasiones el paro o la hipoteca de sus hijos…
Yo no tengo la representatividad ni la capacidad necesaria para convocar a las partes para abordar estos asuntos, pero quienes la tengan deberían hacerlo hoy antes que mañana. Y a todos aquellos y aquellas que pudiendo no lo hagan, que piensen que no hay que actuar ya sobre los grandes asuntos, unidos y prescindiendo de matices, no me duelen prendas decirles que -voluntaria o involuntariamente- están colaborando con el sistema y que, en consecuencia, si mantienen su actitud, nos vemos en el Infierno.

dimecres, 16 de maig del 2012

La lógica perversa del carnaval

No hay otra fiesta ni otra actividad humana ordinaria que remita a la subversión del orden establecido tan claramente como el Carnaval. Canónicamente, el Carnaval empieza con la llegada de un personaje (que recibe diversas formas y nombres según los lugares) y que toma el lugar de la autoridad establecida (con frecuencia a título de rey) e implanta, mediante un edicto, un nuevo orden opuesto al que impera durante el resto del año: prácticamente todo está permitido durante los días de Carnaval y los excesos en la comida, la bebida, la diversión y el sexo constituyen un  precepto de obligado cumplimiento. La identidad desaparece debajo de las máscaras o se transmuta mediante los disfraces y nadie es quien es, y bajo ese anonimato puede dar rienda suelta a sus instintos.

Muchas veces se ha explicado el Carnaval como una necesaria válvula de escape, como la representación simbólica del deseo, incluso como una confrontación entre la naturaleza y el orden social. Y sí, ciertamente, tiene algo de todo eso y aún más en las sociedades campesinas y en las antiguas ciudades estamentales.

Hoy en día, el Carnaval se puede organizar y desorganizar en cualquier momento y, por lo menos en su vertiente igualitaria, más o menos anónima y de permisividad, se puede dar en un festival, una rave, o en un evento como el Saloufest... el Carnaval reviste muchas formas y las fiestas propiamente dichas de Carnaval, en cambio, tienden a comercializarse y homegeneizarse.

Pero el Carnaval tiene una lógica perversa. ¿Es realmente el triunfo de la subversión del orden establecido lo que se representa o su inexorabilidad? ¿La explosión de los instintos o la submisión a las reglas sociales?

En primer lugar, el Carnaval tiene unos límites, espaciales, sociales y temporales. Hay unos espacios para las celebraciones carnavalescas, ya sean las calles o locales habilitados para la fiesta, la transgresión no puede cruzar ciertas fronteras, como las de los lugares del poder, religioso, militar, político o económico. Tampoco permite una promiscuidad interclasista: la aristocracia, la burguesía también puede llevar a cabo sus rituales de transgresión, pero entre ellos mismos, en recintos privados a los que el pueblo no tiene acceso: las fuerzas del orden siguen ahí para evitar que se traspasen estos límites.

Pero, por encima de todo, el Carnaval tiene un límite temporal. A los pocos días de reinar el desorden, el rey de las fiestas y causante de la simbólica subversión es detenido, juzgado sumariamente y ejecutado en la horca o en la hoguera: ese monigote ardiendo es la viva imagen de lo que les espera a todos aquellos que pretendan incitar a la rebelión. Al día siguiente, se entierra entre grandes lamentos y, en la tradición cristiana, empieza el período de prohibiciones y penitencias de la Cuaresma, con la imposición, por parte de la Iglesia de la ceniza en la frente de los pecadores: memento mori, recuerda que morirás, y que sólo nosotros tenemos las llaves del reino.

En palabras de Victor Turner podríamos decir que a un paréntesis de communitas le sigue un retorno brusco y permanente a una situación de estructura, en la que cada cual recupera su rol y su estatus.

Hay un caso interesante que fue estudiado por el historiador Emmanuel Le Roy-Ladurie, el Carnaval de la ciudad francesa de Romans de 1580. En síntesis, una hambruna que asoló la region de Romans hizo que los campesinos y otros estamentos populares dirigieran su malestar contra las grandes fortunas y las clases dirigentes. Se generó en la ciudad un clima creciente de revuelta popular, con gritos, consignas, canciones y manifestaciones de todo tipo, que auguraba un levantamiento violento de los pobres contra los ricos, a quienes consideraban culpables de su infortunio.

Lo que ocurrió fue exactamente lo contrario. Durante los días de Carnaval, un suceso puntual y nunca aclarado hizo que los ricos, con sus espadachines armados, se lanzaran a sangre y fuego sobre los pobres y causaran una masacre que se prolongó durante tres días. Una revuelta simbólica terminó en una represión tan real como brutal.

Todo esto me vino de pronto a la cabeza el pasado lunes. El sábado había participado en la manifestación conmemorativa del 15 M y el domingo no había acudido a los debates de Plaza Cataluña porque no me parecían la forma más indicada de continuar nuestra lucha. La manifestación del sabado había constituído una colorida exhibición de pancartas, banderas, camisetas, chalecos, lemas, chapas y pegatinas... tan exuberante como un pasacalle de Carnaval, quizás fue eso...

O quizás no. El lunes fuí a trabajar. Cogí el autobús interurbano y el metro. A pesar de que a esa hora había mucha gente no vi ni una sola señal de protesta, ni una pegatina, ni una chapa... sólo la mía solitaria, pegada a mi mochilla. En la universidad tampoco había nada, algunas pintadas antiguas, un par de pancartas que recordaban los horarios de una asamblea para la huega del 22... En las clases tampoco, las paredes, las carpetas... todo impoluto... sólo la misma solitaria chapa pegada a mi mochilla. Las clases discurrieron con total normalidad y según el temario previsto.

A las ocho de la tarde apareció por el patio un grupo de estudiantes que, con consignas y cánticos, acompañaban un ataud en el que supuestamente reposaba la universidad pública. Entraron en la biblioteca entre la indiferencia general y después de dar una vuelta por la primera planta, desaparecierón con sus cánticos por la escalera del sótano.

A la salida pasé por Plaza Cataluña. Había gente, no mucha. Los tenderentes alrededor de la plaza le daban un aire de feria de muestras y un par de conferenciantes exponían sus argumentos sobre temas dispares a unos moderados auditorios, ubicades en dos zonas distintas de la plaza. En la cercana plaza de Urquinaona, los mossos antidisturbios esperaban aburridos junto a sus furgonetas.

Volví a coger el metro para regresar a casa. Como por la mañana, el único testimonio de rebelión era mi solitaria chapa. La gente se veía cansada, para la mayoría debía haber sido una jornada dura (“maldita crisis”...) y todo parecía más gris, como un miércoles de ceniza.

diumenge, 13 de maig del 2012

¿Cuáles son nuestros objetivos?

Ayer sábado 12 de Mayo estuve en la manifestación de Barcelona y se me quedó el cuerpo extraño. Había mucha gente, tanta o más que el 15 de Octubre. Todo era muy festivo y estaba muy bien organizado, unas personas uniformadas con camisetas amarillas con sus correspondientes logos te iban indicando el camino y repartían materiales diversos: octavillas con el plano de organización de la acampada y los horarios de los distintos debates; una guía de buenas prácticas y un precioso desplegable con un juego de la oca alternativo a todo color y a dos páginas. En la Plaza de Cataluña, y después en la manifestación, había grupos diversos, cada cual con su merchandising particular. Los Iaioflautas con sus chalecos reflectantes impecablemente serigrafiados, los de educación, los de sanidad, las asambleas de los distintos barrios y poblaciones, grupos ecologistas… todos con sus pancartas y la mayoría con sus chapas y sus camisetas específicas. Las Plataformas de Afectados por las Hipotecas, perfectamente pertrechados, recogían firmas para la iniciativa legislativa popular por la dación en pago y el alquiler social.
Realmente parecía una fiesta, una especie de love parade indignada. Alguien decía esta mañana en facebook que le recordaba una excursión de un esplai. Y algo de eso había, yo canté en un coro y participé en un juego para derribar al capitalismo.
Para estos días, desde el domingo hasta el martes, está previsto que se debata en grupos separados sobre los siguientes temas: Eurovegas, educación, causas de la crisis, política al descubierto; derechos y libertades, vivienda, economía y deuda, activismo y autoorganización; laboral, sanidad, mercados financieros y renta básica, política y participación y decrecimiento y crisis ecológica.
Llegados aquí, y dando obviamente por sentado nuestro derecho a reencontrarnos para celebrar que hace un año algo empezó a cambiar en la conciencia social de mucha gente, deberíamos preguntarnos cuáles son realmente nuestros objetivos.
Soy tan altermundista como el que más, llevo intentando cambiar el mundo desde que tengo uso de razón. He vivido épocas más duras que ésta y otras más apacibles y he adaptado a ellas mi forma de actuar, pero nunca he cejado en mi empeño. Por eso, creo que tengo suficiente perspectiva como para preguntarme ¿es eso lo que toca ahora?
La respuesta es radicalmente no. Bienvenida sea toda conciencia que se sume a las aspiraciones de un mundo mejor en todos los sentidos. No perdamos en cualquier caso ese mundo mejor de vista. Pero ahora no se trata de si otro mundo es posible sino de que otro mundo es necesario ya.
Trabajo, salud, educación y vivienda son las prioridades absolutas, deben ser nuestros objetivos clave en estos momentos y no como aspectos separados, sino en conjunto: trabajo y una vivienda digna para todas las personas y sanidad y educación universales, gratuitas y de calidad. Cuando hayamos conseguido o recuperado esto, podemos y debemos ahondar en otras cuestiones para mejorar el presente y el futuro de nuestro mundo, pero antes no, no podemos dispersar nuestras fuerzas.
Ahí debería estar centrado todo nuestro debate durante estos días, en cómo conseguimos acabar con la miseria y la falta de perspectivas de tanta gente y en cómo recuperamos la plenitud de los pilares del bienestar.
Porque, entretanto, ellos no pierden el tiempo y siguen cargando contra ese núcleo duro de nuestras vidas. Tres ejemplos bien recientes:
La nueva ley de alquileres que, en lugar de dar garantías a los inquilinos para que puedan disponer de una vivienda digna a un precio estable, refuerza su carácter de mercancía expuesta a los avatares del libre mercado y, por tanto, refuerza su precariedad.. ¿para reactivar el mercado hipotecario?
El llamado decretazo en la universidad, por el cual desparecen un número considerable de grados y másters, se aumenta el número máximo de alumnos por grupo, aumenta también muy considerablemente el precio de las matrículas, desaparecen de facto las segundas convocatorias (con lo que hay que volver a pagar) y se aumenta también, por un procedimiento rocambolesco, el número de créditos que debaran impartir una mayoría de profesores; además se comenta que se quiere establecer la duración de los estudios en tres años de grado y dos de máster (para quien lo curse). Resultado: menos títulos, más caros, con más alumnos por aula y más créditos por profesor, igual a menor necesidad de profesores y, por tanto, ERE encubierto, previsiblemente de la mayoría de profesores jóvenes no consolidados. Por supuesto, también, descenso de la calidad universitaria (masificación y pérdida de savia regeneradora). Y si se aplica el tres más dos, tendremos más estudiantes que terminarán sus estudios después de tres años de universidad y, previsiblemente, el acceso a los másters, especialmente a según que másters, será prohibitivo.
Otro asunto aún: el rescate de Bankia ¿no quedamos en que no se iba a rescatar ningún banco con dinero público? Y aún más, el banco más comprometido con la pirateria inmobiliaria y el derroche político ¿no quedamos en que se recortaba porque no había dinero para nada? Como decía ayer una pancarta, parece que no, parece que “había dinero para Rato”.
Compañeras, compañeros, estoy seguro que todos los debates serán interesantísimos, pero nos están acribillando y nos tenemos que centrar en una respuesta unitaria y eficaz. Habrá tiempo para mejorar las cosa, si queda algo por mejorar. Ahora, que suenen las sirenas.

dimecres, 9 de maig del 2012

¡Que hablen nuestras calles!

¿Qué podemos hacer? Esta es una pregunta que nos hacemos a diario tantísimas personas que vemos como se va ahondando más y más el pozo en el que estamos sumidos. Ya no sólo por los recortes de nuestros medios de vida y de nuestros derechos -lo hemos repetido hasta la saciedad-, sino por las formas autoritarias que van adoptando los poderes de una forma cada vez más descarada.
¿Debemos seguir poniendo la otra mejilla? Yo soy un hombre pacífico y jamás predicaré la violencia, pero tampoco pienso que la violencia sólo engendre violencia y creo que es legítimo ejercer la violencia en legítima defensa. Quizás no sea legal, porque las leyes las hacen los que mandan, pero la legitimidad está por encima. No, no es que debamos seguir poniendo la otra mejilla, yo tengo derecho a defenderme de quien me agrede. El problema es que, en una sociedad avanzada como la nuestra, la violencia, para los pobres y los oprimidos, es una carta perdedora.
El estado detenta legalmente el monopolio de la violencia y el estado es dirigido por los gobiernos que son elegidos en las urnas por el conjunto de la población. ¿No debería entonces este mismo estado ejercer su derecho a la violencia, a una civilizada violencia, para detener, juzgar, encarcelar y expropiar a aquellos que se han enriquecido vendiendo humo, jugando con las ilusiones de la gente, evadiendo u ocultando sus infamantes fortunas? Sin duda, sin duda. Pero nuestra democracia es imperfecta, los poderes y los intereses se confunden y el gobierno acaba ejerciendo la violencia -nada civilizada, por cierto-, contra quienes toman la calle hartos de que paguen justos por pecadores. Lo hacen por el bien común y por el orden, que parece que está por encima de la justicia, porque a aquellos que se han burlado de la justicia a lo grande no les alcanza nadie.
Ante ese panorama ¿qué hacer? Ya lo dije, que cada cual siga su estrategia, porque si hemos de esperar a ponernos de acuerdo… En eso nos aventajan los poderes, porque ellos tienen una estructura piramidal, basada en lo que los etólogos llaman el orden del picoteo [si se entra tal cual en google salen varios artículos], que es cruel pero eficaz.
No creo que sirva para nada explicar a los poderes que hay otras opciones. Ya las conocen y no les interesan, y nosotros también ¿No es perder un poco el tiempo y la paciencia ir proponiendo medidas que jamás se aplicaran? Tampoco sirve para nada -eso seguro-, caer en la resignación, mirar hacia otra parte y apechugar con lo que venga como si no tuviera solución. Eso, además de cobarde y acomodaticio, es insolidario con todas y todos los que luchan y con las generaciones venideras, a quienes, no lo olvidemos nunca, pertenece este mundo.
Yo ya expliqué que mi camino, y el de muchas otras personas, pasa por intentar movilizar al conjunto de la sociedad, levantar las conciencias. La semana pasada daba a conocer una iniciativa, que está en marcha, para identificarnos mediante una chapa que responde a un manifiesto que todo la población puede compartir ¿Tan difícil es ponerse una chapa? ¿Ni a eso llega nuestra capacidad de compromiso? Vamos a identificarnos masivamente para manifestar permanentemente nuestro malestar y nuestra dignidad.
Y vamos a hacer más: vamos a hacer que las calles de nuestros barrios, de nuestros pueblos, de nuestras ciudades, hablen por nosotros. Hay centenares y centenares de frases que sintetizan nuestras ideas, las de la inmensa mayoría, y sólo aparecen en las manifestaciones. Al final anexo una pequeña antología. ¿Por qué no están en nuestras carpetas, en nuestros coches, en nuestras bicis, en nuestros cristales, en nuestros balcones, en las rocas de la montaña, en las piedras de los parques…? Pegatinas, pósters, pancartas, carteleras… ¿Por qué no las ponemos en nuestros contestadores, en nuestros e-mails, en nuestras camisetas...? Ahórrate los sms de fin de año y acaricia la conciencia de tus amigas y amigos un día cualquiera… ¿Y las paredes? Nunca había visto las paredes de las universidades tan limpias como ahora. Pero, más allá de mi perplejidad y de la obsesión de algunos decanos por la limpieza, debe haber paredes en las que se puede escribir y dibujar ¿o no? Confieso mi ignorancia, pero, si es así ¿dónde están nuestras grafiteras y nuestros grafiteros?
Este fin de semana estaremos masivamente en las calles, pero no nos conformemos con manifestaciones puntuales, hagamos que el mundo entero clame permanentemente contra la injusticia, puedes hacer mucho y sólo -sólo- depende de ti.


Antología de frases de aquí y de allá, que prácticamente toda la población podemos compartir (sin autoría ni procedencia ¿qué más da? Lo que cuenta es lo que dicen):
“No es perdedor el que pierde, perdedor es el que se rinde”
“Es muy cómodo hablar de igualdad cuando la desigualdad la sufre otro”
“Las viviendas no valen lo que cuestan”
“Si votar cambiase algo, sería ilegal”
“Vendo riñón para pagar matrícula”
“¿Cómo quieres que el estado solucione tus problemas si el problema es el estado?”
“No es economía, es ideología”
“El enemigo no viene en patera, viene en limusina”
“Donde hay poca justicia, es grave tener razón”
“El capitalismo es el genocidio más respetado del mundo”
“La resignación es un suicidio cotidiano”
“A ti que estás mirando también te están robando”
“¿Cómo explicarás a tus hijos que perdiste lo que ganaron tus padres?”
“Queremos un mundo donde quepan muchos mundos”
“La violencia no silencia las ideas”
“No nos vamos, nos mudamos a tu conciencia”
“No hay democracia si gobiernan los mercados”
“Nietos en paro, abuelos trabajando”
“Estoy buscando mis derechos ¿alguien los ha visto?”
“Sigue mirando hacia otra parte… hasta que vengan a por ti”
“¿Tienes dinero negro? Tu gobierno te lo blanquea por sólo el 10%”
“Los ricos con médico privado, los pobres privados de médico”
“Estás despedido, pásalo”
“La crisis ha terminado, ahora comienza la miseria”
“Sólo los peces muertos siguen la corriente del río”
“¿Qué pensaría el niño que fuíste del adulto que eres ahora?”
“Queremos mentiras con más calidad”
“Un día a los pobres no les va a quedar otra que comerse a los ricos”
“La democracia es tan cómoda que incluso piensa y decide por nosotros”
“Si tu miedo es su alimento, hazles pasar hambre”
“Ya no basta con indignarse, es hora de comprometerse”
“Ellos mandan porque tú obedeces”
“Temo el silencio de los buenos”
“Pienso, luego estorbo”
“Si tienes una pistola puedes robar un banco, si tienes un banco puedes robar a todo el mundo”
“Tu salud es su negocio”
“¿Es usted un ciudadano normal o todavía piensa?”
“Estudiante pre-parado”
“Deshauciar mata”
“Ellos viven por encima de nuestras posbilidades”
“Aunque escondas la cabeza sigues con el culo al aire”
“Si los de abajo nos movemos, los de arriba se caen”
“El miedo es la excusa para no intentarlo”

…Y así indefinidamente, buscad y encontraréis, imaginad y avanzaréis, pero no ocultéis vuestros pensamientos, dejadlos vivir libres en las calles…
¡Ah, sí! Y para los turistas que vengan a Barcelona, especialmente:
“¡Welcome to Catalonia, land of repression!”


dimecres, 2 de maig del 2012

La Manifestación Permanente

Estamos en manos de los mercados financieros y de sus secuaces y nadie va a mover un dedo por salvarnos.  Esta es la dura realidad.
No estamos cruzando ningún túnel sino cayendo en el abismo más negro del subdesarrollo y la desigualdad social, lentamente, como en un sueño del que no despertaremos hasta que lleguemos al fondo y nos encontremos en un mundo difícil de reconocer, donde los avances más elementales nos parecerán inalcanzables y habremos retrocedido muchas décadas.
Casi sin darnos cuenta, eso sí, porque facebook y el televisor de plasma seguirán funcionando y se habrán cuidado muy mucho de no tocarnos el smartphone.
Entretanto, algunas y algunos nos devanamos los sesos para intentar detener e invertir el proceso; otras y otros viven una situación ya tan precaria que no pueden preocuparse más que de sobrevivir ; y hay quien ya lo contempla todo como si se tratara de un fenómeno geológico, algo contra lo que ni merece la pena luchar y empieza a adaptarse. 
Yo apuesto por luchar hasta el último aliento. La historia no está escrita y me resisto a marchar mansamente hacia el matadero como un cordero asustado. Si hemos de caer, hagámoslo a dentelladas. Sería bueno contar con los partidos de izquierda y los sindicatos reconvertidos en fuerzas revolucionarias, y con los intelectuales que siguen reflexionando sobre la situación en sus despachos, pero no podemos esperarlos, ya se añadirán si quieren. Mientras se lo van pensando,  la situación se hace cada día más crítica. También sería bueno poder consensuar y coordinar nuestras acciones, pero la esterilidad de tanto debate es un lujo que tampoco nos podemos permitir, máxime cuando es bastante improbable que nos pongamos de acuerdo.
Que cada cual siga pues su estrategia, lo más organizadamente posible y mirando de actuar con suficiente habilidad e inteligencia como para no hacerles el juego a nuestros opresores.
Habrá, seguro, y especialmente en estas significativas fechas de mayo, convocatorias de manifestaciones lo más masivas posible. Por muy sonadas que sean no creo que vayan a servir de gran cosa. En los balances de la acción-reacción ya se cuenta con ellas. De todas formas asistiré, pacíficamente, y espero que ningún acto de violencia las enturbie, para que después no puedan deslegitimarlas y presentarlas como mera crispación desesperada.
Mi estrategia es otra, lo que podríamos llamar la manifestación permanente, es decir la visibilización continua y constante del malestar de la mayoría social, empezando por los elementos más comprometidos.
Sé perfectamente que hay quien quiere correr más y pide, por decirlo gráficamente, “más revoluciones y menos camisetas”, pero, hoy por hoy, no existe la más mínima posibilidad de llevar a cabo ninguna revolución ni nada que se le parezca. En cambio, si en la calle llegaran a manifestarse silenciosamente millones de camisetas, sí se habrían sentado las bases para una revolución o para desandar el camino de estos últimos años de oscuridad, y seguramente sin ningún género de violencia.
No puede ser que nos pasemos el día maldiciendo en facebook  y que salgamos a la calle y todo discurra con la más apacible apariencia de normalidad.
Personalmente necesito ver la indignación en la calle, en el metro, en los centros de trabajo o en cualquier lugar público. Aunque sea una chapa o una pegatina, pegada en la chaqueta, el bolso, la mochila o el ala de un sombrero, qué más da.
Quiero saber que enfrente mio hay otra persona que comparte mi indignación, y quiero que no se sienta sola y que el ejemplo permanente vaya calando y se extienda y levante la moral de la población hasta que se pueda constatar visualmente que somos multitud. Visibilizar esa red que nos une y que ahora apenas se puede intuir, establecer complicidades, combatir el miedo, cuestionar las conciencias…
Un grupo de personas hemos empezado a repartir chapas con el logo de las tijeras, sin ninguna otra indicación, para que adquiera un carácter universal, como deben ser los grandes referentes simbólicos, pero acompañadas de un manifiesto colectivo, que, más allá de los recortes concretos, le de un sentido global, que exprese las profundas raíces de nuestra actitud.  Lo reproduzco al final de este artículo.
La chapa y el manifiesto, la imagen y el contenido, forman un todo, se entregan juntas. De momento hemos editado manifiestos en catalán y en castellano y la idea es que circulen también en otros idiomas del estado o de más allá. Y también pósters con el manifiesto para que se puedan situar en salas, carteleras, despachos… lugares visibles y permanentes… Estamos repartiendo los modelos y la información para que quien quiera usarlos pueda hacerlo libremente, quien no lo haya visto puede pedirnoslo en el grupo de facebook Sociedad Indignada o en este mismo blog.

Es sólo un primer paso. Sería hermoso que esta primavera, en toda España, y más allá si es posible, floreciera este símbolo de indignación… Y hay mucho más que hacer en esta misma línea, ya publiqué algunos ejemplos en Del 15 M a la Sociedad Indignada y en las próximas semanas publicaré más, pero no se trata sólo de promover una lluvia de ideas sino de actuar.

Lo que tienen en común todas estas iniciativas, en contra de muchas medidas que se acuerdan  -¿con quién?- en otros foros para que las apliquen otros, es que dependen tan sólo de nuestra propia voluntad. Cualquiera puede hacerlo con un mínimo coste y esfuerzo.

Las grandes vías que a veces apuntamos para mejorar el mundo no las podemos desarrollar porque no tenemos la capacidad de hacerlo, o lo podemos hacer tan sólo en pequeñas comunidades testimoniales que, seamos realistas, no cambian nada.

Las manifestaciones puntuales tienen la eficacia del momento, pero la manifestación permanente debe permitir dar visibilidad a la situación real, establecer una presencia y una vinculación permanente del malestar y la indignación con las ciudadanas y los ciudadanos y conseguir que la sociedad indignada se sienta fuerte y unida.

Una chapa o una pegatina pueden parecer nimiedades para quien piensa en procedimientos mucho más contundentes, pero a la larga pueden ser mucho más eficaces, como germen para otras acciones igualmente pacíficas que permitan la implicación en la lucha de una mayoría social.
                                                     
Porque, se mire como se quiera, sin la implicación de la mayoría social, podemos lanzar proclamas, manifestarnos, proponer alternativas, hacer huelgas, o combatir de cualquier otra manera… pero no vamos a conseguir nada de nada.


El manifiesto:


“CONTRA LA PASIVIDAD Y EL CONFORMISMO       ¡PÓNTELA! ¡PÓNSELA

                                              
En nombre de la razón y del humanismo más básico
Renegamos de  quien sea que quiera recortar nuestros derechos.
El derecho a vivir convenientemente de nuestro trabajo, 
A poder disponer de una vivienda digna, 
Y a disfrutar en su momento 
De una jubilación y una pensión decorosa, que nos hemos ganado de sobra
En una vida de servicio.

Renegamos de las fuerzas de la ignominia 
Que se quieren apropiar de los servicios públicos, 
Que son el mayor avance de nuestra civilización.
De la sanidad y de la educación públicas,
Universales, gratuitas y de calidad,
De la atención a los marginados, a los discapacitados y a los dependientes,
Que nos define como personas.

Renegamos de todos aquellos que quieren convertir la desgracia y la necesidad
En un negocio,
De los que se quieren apropiar del progreso.

Renegamos de todos aquellos que quieren cercenar nuestro futuro,
Nuestras ilusiones y proyectos,
Y los de nuestros hijos.

Nosotros, gente de bien y gente de paz,
A quienes no gusta renegar de nadie, 
renegamos de todos los ricos y los poderosos,
De la ambición y de la avaricia.

Y decimos basta,
Reclamamos, ahora y aquí,
Para todos los seres humanos
El derecho a una vida plena
Una vida, proclamamos,
Que nadie ni en nombre de nada
Tiene derecho a recortar.

Por eso póntela y llévala siempre con orgullo
No hay insignia más valiosa
Porque es el símbolo de tu dignidad.”